Algunos misterios de Iglesias de Sevilla.

En la catedral, su protagonista es el Cardenal Cisneros, el deseo del Cardenal era descansar eternamente en Sevilla. Sin embargo, no fue así. Fue enterrado en Roma. Los vigilantes de seguridad cuentan que se oye el caminar de unos zapatos, a la vez que aparece una niebla densa en las estancias.

En la  Plaza de San Pedro donde se encuentra la Hermandad del Cristo de Burgos. Allí, un día acudió un devoto para rezar y rogar porque un familiar que se encontraba enfermo se curase. El Cristo alzó la cabeza y le dijo que no temiera, que sus problemas se iban a solucionar. Espantado, el sujeto salió de la Iglesia y, ya en casa, cierto fue que su familiar fue recuperando la salud, milagrosamente según los médicos.

En la Ronda de Capuchinos está situado el santuario de la Santísima Trinidad, allí se enterró a un clérigo. Ante los ruidos que se escucharon, acudieron hasta el lugar de la sepultura. Cuál es la sorpresa que apareció el cuerpo fuera de ella. Los restos se volvieron a enterrar, pero al día siguiente se volvió a encontrar al clérigo, de nuevo, desenterrado. Y ocurrió lo mismo en una tercera ocasión. Tras ella, se decidió que no se volviera a enterrar dentro de un lugar santo.

En la Iglesia de Los Negritos donde cómo ocurría en la Hermandad del Cristo de Burgos, un devoto fue capaz de hablar con las imágenes. También en esta historia, los problemas se solucionaron tras este diálogo. La historia parecida. Un sujeto rezando de rodillas comenzó a hablar con el Cristo tras ponerse de rodillas.

En la Iglesia de San Roque, un grupo de jóvenes consiguieron captar en su grabadora una serie de psicofonías que decían “Marcharos de aquí”. Sorprendidos ante tal hecho paranormal, deciden regresar al templo y repetir experiencia. Pusieron la grabadora detrás de un jarrón. Pero, ¿qué ocurrió? El dispositivo salió disparado y la cinta quedó totalmente desenrollada.

En la Iglesia de Santa Cruz un extraño hecho sucede cada diez años en Semana Santa. Cuando ya han entrado los nazarenos de la Hermandad de Santa Cruz, los pasos están en sus ubicaciones, y entre los pocos hermanos que se encuentran allí, siempre sorprende un nazareno. Capirote bajo el brazo, y túnica puesta, se para a rezar delante de dos de los pasos. Cuando acaba su oración, la estampa del devoto va desapareciendo poco a poco.

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